viernes, 2 de noviembre de 2012

1 - El Ayuntamiento y la Plaza






5 - Edificios Públicos Civiles y lugares de uso común

1 - El Ayuntamiento y la Plaza

Desconozco los motivos, pero en este pueblo por alguna razón, los edificios públicos más simbólicos, se fueron hundiendo poco a poco en un período de tiempo muy corto. No hay duda que la falta de mantenimiento fue la causa de estas pequeñas catástrofes, pero los motivos habría que buscarlos entre el descuido por negligencia o desconocimiento y la carencia de recursos tanto locales, como comarcales o provinciales.

Y tal como estaba previsto de antemano, el Ayuntamiento, la Torre y la Iglesia, la Plaza, la Casa del Cura,... quedaron convertidos en ruinas y menos mal que todo sucedió, por esperado, con la gente prevenida, por lo que no hubo que lamentar en ningún caso desgracias personales.

El Ayuntamiento o Casa Lugar
        
Al Ayuntamiento habitualmente lo llamamos en Aragón "Casa Lugar". A principios del siglo XX estaba emplazado en un edificio adosado a la Iglesia, donde también estaba ubicado el Juzgado y la cárcel, en la que se retenía a los presuntos delincuentes hasta que se les ponía en libertad o eran trasladados a Calamocha para ser juzgados. Así pues, el Ayuntamiento y el Juzgado, compartían por lo tanto el mismo inmueble.
        
Cuando el edificio se hundió, a principio de los años cuarenta, provisionalmente fue ocupando diversos lugares, entre ellos la antigua escuela de niños emplazada frente por frente a la iglesia. Este pequeño edificio, cuyo asentamiento todos conocemos, sigue siendo propiedad del Ayuntamiento y se sigue usando para servicios diversos.  Se eligió esta nueva ubicación que había quedado vacía, ya que los niños recibían sus clases en las modernas instalaciones de las nuevas escuelas recién estrenadas. Posteriormente y como lugar definitivo, fue trasladado a su ubicación actual en la Plaza, tal como lo conocemos en la actualidad.

La Plaza: hundimiento y reconstrucción

La Plaza, lo pongo con mayúscula como nombre propio, porque siempre ha significado para todos nosotros, además del lugar privativo de plaza, el recinto porticado cumpliendo las funciones de trinquete y lugar común.
        
Fue un Gobernador de la provincia, no puedo precisar en qué fecha, quien ordenó que se edificase una plaza, trinquete o porche en cada pueblo de su demarcación, para servicio lúdico de niños y mayores, con el fin de poder celebrar bailes y festejos populares o en cualquier caso, como punto de reunión del vecindario, para estar protegidos contra las inclemencias del tiempo.

Basándose pues en esta premisa y la orden correspondiente, se promovió la construcción de este inmueble tan simbólico y representativo para el pueblo, aunque ignoro a expensas de quién. El edificio constaba de dos plantas, siendo la inferior la que cumplía las funciones prescritas, pero la superior, por alguna razón que desconozco era de propiedad privada.

Y efectivamente la parte pública cumplía plenamente su función. Cuando no tenías nada que hacer, acudías a este lugar representativo a sabiendas de que te encontrarías con alguien con quien hablar o poder jugar a la pelota. Todavía recuerdo grandes partidos de pelota en los días festivos, donde los mozos más expertos, por parejas, se enfrentaban para exhibir sus habilidades deportivas.

Pero esta Plaza, este trinquete, también se hundió, como los otros edificios enumerados anteriormente. Ocurrió a principio de los años cuarenta, un poco más tarde que la Torre, dejando entre ambas ruinas un montón de escombros que  parecían los efectos de un bombardeo. Se desconocen las causas del desastre, pero probablemente la pobreza de materiales empleados en su edificación, el estrago causado por el paso del tiempo y el poco gasto dedicado a su mantenimiento serían motivos más que suficientes. Y supongo que también se podría añadir, la falta de acuerdo con el propietario del piso superior que lo usaba como granero, para el sostenimiento del edificio completo. En fin, la realidad es que todo el conjunto de estos condicionantes originaron su hundimiento.

Una vez consumado el siniestro, había que pensar en su reconstrucción y en este caso la propiedad particular del piso superior sí que fue un gran inconveniente para retrasarla durante bastante tiempo, ya que era necesario un acuerdo previo entre ambas partes. Finalmente, el dueño del granero optó por renunciar a su propiedad, donándolo generosamente al Ayuntamiento en beneficio de todo el pueblo.

La nueva obra mejoró mucho el edificio y la Plaza volvió a levantarse tal como lo fue antaño, manteniéndose la estructura de la planta baja, preparada principalmente para el juego de pelota, con la pared de frontón con la raya de falta, la pared en ángulo recto para el saque a la izquierda, vigas de madera en las "vueltas" y sus dos arcos en la fachada exterior para presenciar los eventos desde el exterior, incluidos los bancos de piedra adosados para sentarse.

Y la planta superior, que había sido un simple granero sin vanos, al que se accedía por una repisa exterior y quizá también desde la casa de su propietario, fue adaptado a las necesidades más modernas tal como corresponden a un edificio oficial. Así pues, aquí fueron establecidas definitivamente las nuevas dependencias del Ayuntamiento y el Juzgado, desde la instalación anterior del pequeño edificio de la vieja escuela.

La nueva ubicación, céntrica y muy cómoda para sus habitantes, dispone ahora de una variedad de espacios acogedores para servicios que cumplen diversas funciones: secretaría, archivo y una sala multifunción para reuniones, asambleas, votaciones, celebración de juicios de faltas e incluso como lugar de recepción a las autoridades provinciales en sus visitas al pueblo. Hubo un cierto período que sirvió también para impartir temporalmente clases a los niños.

Modernamente, sobre todo a partir de la despoblación, la planta baja que había sido lugar para el juego de pelota, cobijo de los niños cuando llovía, recinto de baile en las fiestas y teatro para comediantes y titiriteros, se transformó en un Teleclub con el nombre de Santiago Apóstol, patrón del pueblo, para reunión de los vecinos a ver la televisión cuando todavía no se había generalizado. Y hoy ha quedado como el único bar del pueblo y sigue siendo el lugar de reunión del vecindario donde se puede acudir a tomar café y echar una partida de cartas. En el piso superior también se instalaron unos ordenadores con conexión de ADSL, que sirven de entretenimiento y aceptación, sobe todo por los adolescentes.

Como edificación podemos considerarla una obra de bella estampa, en el lugar más transitado de Cucalón y del que se recomienda observar las cerchas de madera de la planta superior como una parte muy valiosa y hermosa del edificio. Y desde el exterior se puede percibir una bella placa de cerámica de Teruel que dice: "Ayuntamiento de Cucalón".

2 - El Juzgado y el Registro Civil






Cerchas edificio de
Ayuntamiento y Juzgado



El Juzgado

Como se ha dicho anteriormente, el Juzgado siempre estuvo ubicado en el mismo lugar que el Ayuntamiento. Y el secretario, al ser el pueblo pequeño, servía igualmente para ambos, siendo el encargado de hacer las inscripciones de nacimientos, matrimonios y defunciones en el Registro Civil.

Antiguamente el Juzgado era regido por el Juez Municipal, pero posteriormente se le llamó Juez de Paz y solamente podía actuar en los juicios de faltas hasta una cuantía determinada, de no mucha importancia. No obstante, su finalidad más importante consistía en poner de acuerdo a los vecinos cuando entre ellos había pequeñas discordias. Los contendientes exponían sus razones y el Juez junto a dos hombres buenos, uno de cada parte, procuraban la avenencia entre los discordantes con el fin de que la cosa no pasase a mayores y casi siempre se conseguía. Se llamaban juicios de conciliación. En caso de no existir acuerdo había que recurrir a los Juzgados de Primera Instancia e Instrucción, como ente superior, dependiendo del Partido Judicial al que perteneciera cada pueblo. En nuestro caso actualmente es Calamocha, aunque en el pasado lo fue de Montalbán durante algún tiempo.

El Registro Civil

En el mes de agosto del año 2000, realicé un trabajo de investigación en este Registro, en el que intenté recopilar, una serie de datos personales, que no incluyo en este trabajo y otros que consideré de cierta curiosidad, tanto de nacimientos, como de matrimonios y defunciones. Y estos resultados son los que hago públicos para general conocimiento, como por ejemplo la diligencia inicial de apertura en cada uno de los libros del Registro Civil, las primeras anotaciones realizadas, el año de inicio del Tomo, primera y última anotación en el cambio de siglo y estadísticas de inscripciones realizadas.

Se compone de los tres Libros fundamentales: nacimientos, matrimonios y defunciones, que se inician con una Diligencia del Juez de Primera Instancia de Calamocha, Don Manuel Goyanes y Sanjuán, fechadas entre octubre de 1870 a julio de 1871, según el Registro de que se trate. Cada uno de ellos queda ampliado con los tomos correspondientes hasta llegar a nuestros días.

Nacimientos

En la primera hoja del primer Tomo, que comprende los seis primeros cuadernos, se lee textualmente lo siguiente:

"Registro Provisional. Libro segundo (*?) del nacimiento Civil para el Juzgado Municipal de Cucalón".

(*).- No entiendo porqué dice Libro segundo, si es el Primero.

Se inicia el libro con una Diligencia fechada el 18 de julio de 1871, sin embargo, la primera inscripción está fechada 5 días antes de la Diligencia del Juez, lo cual hace pensar en la probabilidad de que existiera otro libro anterior que no se ajustaba al modelo oficial, por lo que hubo que repetir la inscripción en este nuevo modelo de Libro.

La primera inscripción anotada es para registrar el nacimiento de Juan Francisco Gil y Arnal, ocurrido el día 13 de julio de 1871, siendo hijo de Joaquín y de Pabla. (Hay una nota al margen que indica que este niño falleció el 27 de enero 1872).

Nota: En el año 1871 hubo nueve nacimientos y en el 1872 hay doce inscripciones, pero la diligencia final con la que se cierra el libro dice que hubo 16 nacimientos. Creo que mezcla las anotaciones de dos libros. En el año 1873, fecha de nacimiento de mi abuelo, hubo 25 nacimientos (14 niños y 11 niñas).

Último nacimiento del año 1899 fue el 27-12-1899: María García Blasco, hija de Alejos García Zarazaga, de 30 años de edad y natural de Cucalón y de Roberta Blasco Gracia, de 27 años de edad y natural de Cucalón. Al margen hay una nota que dice: “Falleció en Barcelona el día 3 de junio de 1991, Libro 706, Página 395”.

El primer registro del año 1900 es el de Juliana Mariana Funes Planas, nacida el 7 de enero. Es hija de Urbano Funes Petriz, natural de Langa de 35 años de edad y de Joaquina Planas Monterde, natural de Cucalón y de 36 años de edad.

Último nacimiento del año 1900, 11-11-1900: Emilio Calvo García, hijo de Patricio Calvo Pascual, de 40 años de edad y natural de Cucalón y de Miguela García, de 30 años de edad y natural de Cucalón.

Primer nacimiento del año 1901, 10-01-1901: María Sancho Gracia, hija de Manuel Sancho Casao, de 35 años de edad, natural de Luesma y de oficio molinero y de Martina Gracia Marín, de 25 años de edad y natural de Almonacid de la Cuba.

Matrimonios

En el primer Tomo, que comprende los seis primeros cuadernos, se lee textualmente, escrito a mano, lo siguiente:

"Registro Provisional del matrimonio Civil para el Juzgado Municipal de Cucalón".

Se inicia con la diligencia del Juez citado y fechada el 31 de octubre de 1870.

El primer matrimonio registrado, acaecido el 1 de septiembre de 1871, es el de Antonio Maynar y Bailo, nacido el 22 de marzo de 1846 en El Colladico y Josefa Señalada Jimeno, de 21 años de edad, natural de Cucalón e hija de José y de María, natural de Olalla.

Último matrimonio del año 1899, 11-09-1899: Isidro Peinado Belanche, de 28 años de edad, natural de Cucalón, hijo de Manuel Peinado Eizaguerri, natural de Fombuena y de Simona Belanche Herrando, natural de Cucalón y Ana María Jaime López, de 25 años de edad, natural de Cucalón, hija de Pascual Jaime Mainar y de Valera López Soriano, ambos naturales de Cucalón.

El primer matrimonio del año 1900, fechado el 31 de agosto, corresponde al de Florencio Ramón Pascual Gimeno, de 33 años de edad, natural de Lechón, hijo de Juan Felipe, difunto y de María y Casimira Lázaro Monterde, de 48 años de edad (?), hija de Ponciano Lázaro Chárlez, natural de Lechón y de María Monterde Gascón, natural de Cucalón.

Primer matrimonio del año 1901, 10-01-1901: Saturnino Manuel Calvo Domingo, de 27 años de edad, viudo, hijo de Miguel Calvo Franco y de Juana Domingo Rudilla (?) y Juana Úrsula Egea Señalada, de 21 años de edad, natural de Cucalón, hija de Joaquín y de Manuela.

NOTA.- En esta época y posterior, era costumbre que el Juez Municipal se desplazase a la iglesia donde se realizaba el matrimonio religioso, para dar fe del acto.

Defunciones

En el primer Tomo, que comprende los seis primeros cuadernos, se lee textualmente lo siguiente:

"Registro Provisional de Defunciones Cibiles (sic), Cuaderno 1º, para el Juzgado Municipal de Cucalón".

La diligencia de inicio está fechada en enero de 1871, siendo Juez Municipal Blas Gimeno, Juez Provisional: Manuel Goyanes y Secretario Manuel Peinado.

La primera defunción anotada en este Libro, ocurrida el 9 de enero de 1871, corresponde al fallecimiento de Gregoria Royo y Monge, hija de Benito Royo y de Catalina Monge. "Párbula" (sic).

Última inscripción del año 1899, 13-11-1899: Antonia Calvo y Lázaro, viuda, de 80 años de edad, natural de Lechón, deja una hija llamada Pascuala Belanche Calvo.

La primera inscripción del año 1900 es la defunción, el 24 de enero, de Miguela Pascual Desentre, de 14 meses, hija de Miguel Pascual Gracia, difunto y de Francisca Belanche Desentre.

Última inscripción del año 1900, 22-12-1900: Sebastiana Mara Lacambra, de 85 años de edad, natural de Robres (Huesca), hija de Custodio Mara y de Teresa Lacambra.

Primera inscripción de 1901, 08-01-1901: Isidro Belanche Pascual, de 7 meses de edad, hijo de Gabriel Belanche Monterde y de Bibiana Pascual Blasco.

Última inscripción de 1901, 25-12-1901: Bernardo Lorente García, de 94 años de edad, hijo de Bernardo y de María Teresa.



3 - Las escuelas y el horno






Una vista del antiguo Grupo Escolar

3 - Las escuelas y el horno

En esta época, que es sobre la que estamos tratando en todo este trabajo, las escuelas eran municipales, aún cuando los maestros fueran nombrados por las Juntas de Instrucción Pública, supongo que dependientes del Ministerio de Educación. Al pasar por algunos pueblos, no sólo en Aragón sino también en distintas provincias de España, he visto placas  que aún perduran en las fachadas de escuelas antiguas, que dicen: “Escuela Municipal”.

Como nota curiosa, me permito incluir este aviso que se puede leer en Heraldo de Aragón del 28 de febrero de 1896:

La Junta de Instrucción Pública en sesión de hoy, se ha servido nombrar maestros interinos de Cucalón a D. Pedro Ferrer con 625 pesetas, de… ( y aquí continúan otros nombramientos).

Primeros conatos de escuelas en Cucalón        

Después de este prefacio y volviendo a nuestro pueblo, la primera información que poseo sobre la escuela para niños, es que las clases se impartían en el pequeño inmueble de propiedad municipal, que he mencionado con anterioridad como domicilio provisional del Ayuntamiento o Casa Lugar durante cierto tiempo. Todavía existe en su ubicación actual, frente a la Iglesia Parroquial, cumpliendo otros menesteres municipales. Se trata de un edificio bastante lóbrego e insuficiente para impartir las clases, ya que el aula era escasamente iluminada por tres ventanas de pequeñas proporciones y donde estaba instalado el estrado para el profesor, en un nivel superior al resto de la clase, donde estaban situadas las mesas para los alumnos.

Y como en estos tiempos no existía la educación mixta, vuelvo a precisar que esta era la escuela exclusivamente para chicos, en género masculino, ya que las escuelas para chicas ocupaban dependencias aparte. Normalmente las maestras impartían las clases en habitaciones de casas particulares, algunas incluso en las de la propia profesora. Este es el caso del lugar donde asistió mi madre a la escuela y que también lo hicieron vuestras abuelas e incluso bisabuelas. La casa a la que me refiero es la tercera de la calle Santa Ana, conocida como la casa del tío Carlitos y donde vivieron mis padres en alquiler durante varios años. La conozco muy bien para poder informar con conocimiento de causa, que en una de las salas que empleábamos como dormitorio, todavía permanecían en las baldosas del suelo algunas manchas de tinta.

Resumiendo, estas son pues las escuelas a las que asistieron nuestros abuelos y bisabuelos a principios de siglo, durante el poco tiempo que en aquella época se concedía a los niños para su precaria educación.
        
Las nuevas escuelas

Por todo lo expuesto y dada por tanto la precariedad de nuestras escuelas, en la década de los años treinta, siendo Ministro de Educación Marcelino Domingo, se procedió a la construcción de un nuevo edificio escolar. Para conseguir los fondos necesarios, el municipio tuvo que vender, es decir privatizar, las tierras conocidas como la cerrada de la Abadía y el Campo Lugar, a pesar de que ambas proporcionaban unos buenos beneficios anuales al municipio. La propiedad de estas fincas procedía de la denominada ley de Desamortización de Mendizábal, cuyo proceso duró de 1766 a 1924, siendo la cuarta fase de este proceso la más trascendental. Inaugurada el 1 de mayo de 1855, fue conocida como Ley Pascual Madoz. Como esta fase fue la más importante en cuanto a volumen de bienes desamortizados, es por lo que supongo que sería esta Ley la que le proporcionó a nuestro municipio la propiedad de las fincas indicadas anteriormente.

Como parte de lo que digo sobre el tema anterior, son razonamientos que me hago en función de datos verbales que poseo, para comprobar su veracidad es probable que todavía exista en sus archivos algún documento que lo acredite.

Tras varias deliberaciones para su ubicación, se tomó la decisión de construirlas en una de las eras de Santa Ana, junto a la carretera. El lugar elegido no era muy adecuado para los más pequeños, ya que tenían que caminar un buen trecho hacia el Norte, algunas veces con cierzo y otras con nieve o hielo, en el duro invierno de esta tierra. El resultado final fue un edificio bastante moderno para aquella época, con entradas separadas para las aulas de chicos y chicas, con amplios recreos y servicios, también independientes, pero muy deficiente en su construcción, ya que en los materiales empleados, según el sentir general, abundaba la arena y escaseaba el cemento.

Una vez terminado el edificio, se decidió que su inauguración fuese el curso escolar 1936-37, pero no se contaba con el fatídico e inesperado hecho de que en el mes de julio de ese año se iba a iniciar la Guerra Civil y con ella empezaron los imponderables. Parte de una bandera de la Falange, de las fuerzas nacionales, llegaron al pueblo y el sitio más adecuado para su alojamiento fueron las nuevas escuelas. Terminada la contienda, cualquiera puede imaginar el estado en el que quedaron después de haber sido alojamiento cuartelario. Fue preciso proceder a su restauración para poder utilizarlas de nuevo.

Por fin, empezaron los cursos normalmente y allí se educaron los niños y niñas del pueblo durante más de treinta años. Yo que asistí a las clases de niños hasta los diez años, recuerdo esta etapa como una grata experiencia sucedida en mi vida, aunque vista ahora en la distancia me parezca un espejismo. Asistíamos a clase entre 40 y 50 niños y otras tantas niñas en su pabellón correspondiente. Cuando salíamos al recreo, antes de iniciar los juegos, acudíamos a nuestras casas a por el bocadillo correspondiente, consistente en un trozo de pan con “algo” y si había pan ya era un logro, aunque fuera solo, porque el “algo” podía ser aceite, vino remojado, almendras, nueces, pimiento con sal, cebolla con sal… y alguna vez, repito, alguna vez, chorizo, longaniza, una sardina rancia o magra. Y muy pocas veces una porción de chocolate que parecía cacao mezclado con tierra. Esos eran nuestros bocadillos para el almuerzo o la merienda.

Raramente se suspendían las clases por causa de las inclemencias del tiempo, incluso con temperaturas por debajo de los 15 grados. Eso sí, todos los niños (y niñas por supuesto, que ahora hay que cuidar la discriminación por género) bajábamos diariamente a la escuela con nuestro tarugo de leña para la estufa.

Pero al final llegó el declive, el canto del cisne para esta estas escuelas. Debido a la emigración la población infantil disminuyó tanto que en 1970 una de las clases fue suprimida quedando sólo una escuela mixta. Y el descenso escolar, aunque poco a poco,  aún fue disminuyendo más hasta que se fue acentuando tanto, que incluso incorporando niños de otros pueblos próximos, no se conseguía el mínimo exigido de cinco alumnos para el mantenimiento de un maestro o maestra. Y en 1995 sucedió lo inevitable: la escuela fue cerrada y los alumnos tenían que desplazarse diariamente a Calamocha, cabecera de la Comarca.

Así, Cucalón quedó definitivamente sin escuelas. Y como el conjunto de la edificación se iba deteriorando poco a poco, dejaron un solo edificio saneado y restaurado, que es el fragmento que se corresponde con la sección de las niñas. En la porción de terreno de la escuela correspondiente a los niños se construyó el polideportivo existente. Hoy el edificio se usa para actividades de las personas mayores.

Una reflexión sobre maestros y alumnos

A pesar de ser un pueblo pequeño, ha dado origen durante el siglo que tratamos, a multitud de personas cuya profesión se desenvolvió a lo largo de su vida en el plano de la cultura. Por citar un ejemplo, a finales del siglo XIX ya había dos Maestros Nacionales naturales de Cucalón, los hermanos D. Manuel y Dª.  María López, que desarrollaron su labor profesional en el Campo de Bello. El primero hizo una labor ejemplar y prueba de ello es que sus discípulos lo recordaban, ya mayores y después del paso del tiempo, con gran cariño. Doña María, aunque se casó en Tornos, finalizó su labor docente en Cucalón, como su pueblo natal, dando clases a las niñas en una de las habitaciones de su casa. Falleció a mediados de los años treinta y su hermano lo había hecho un poco antes.

Es con la Ley Moyano a mediados del s. XIX, cuando se implantan definitivamente las bases de la educación actual, en los principios de la gratuidad relativa y obligatoria de la Enseñanza Primaria a cargo del Estado. Y es durante el primer período de la II República cuando se intenta desarrollar plenamente a través de decretos y una nueva Ley, promoviendo la construcción de una gran cantidad de escuelas, con el fin de escolarizar a un millón de niños que en aquel momento nunca habían asistido a ninguna. Entre otras cosas se trataba de fomentar una Enseñanza Primaria gratuita a cargo del Estado, región o  municipio, como base fundamental de la educación. Tenía dos modalidades una voluntaria de 4 a 6 años y otra Básica de 6 a 12 años. También proponía, además de otras muchas  facetas, la formación de profesores y coeducación para los alumnos. En el año 1933, con un nuevo gobierno en el poder y con otra Ley conocida como la “Contrareforma”, se elimina la coeducación y se vuelve a las clases por sexos. Y como siempre fue la mujer la discriminada ya que solamente podía alcanzar en Enseñanza Secundaria, los estudios de Magisterio. Al final, dejemos todo igual en este país para que no se mueva nada.

En la escuela rural que yo conocí, ya había desaparecido la coeducación, aunque realmente no sé si llegó a establecerse en algún momento. La escuela no era muy propicia para despertar un gran entusiasmo al menos entre los niños, por lo que el abandono escolar se producía casi por necesidad, para atender otras obligaciones familiares, obligados por los padres. Entre los diez y doce años se originaban las primeras faltas de asistencia a clase, dependiendo de las estaciones agrícolas o ganaderas. Y los padres se daban por satisfechos con que los hijos adquirieran los conocimientos suficientes de cultura general, para saber leer, escribir y las cuatro reglas de aritmética. Y si fuera necesario ya asistirían posteriormente de mayores a las clases de adultos, para ampliar su sabiduría. Estas clases las impartían los maestros en horario extraescolar, principalmente en los meses de invierno en los que disminuían las faenas agrícolas, por lo tanto mediante el pago de una pequeña cantidad de dinero por parte de los padres al maestro. Y algunos alumnos, ni a estas clases podían asistir ya que sus padres carecían de los medios necesarios para pagar esta pequeña cuota.

Los alumnos más aventajados y cuyos padres disponían de un mayor poder adquisitivo, terminaban esta escuela primaria hasta los 12 años o a los 10 años si hacían el ingreso en bachillerato. En este caso los llevaban sus padres a continuar sus estudios en los Escolapios de Daroca o en el Seminario de Belchite y aunque la República impidió que se ordenasen sacerdotes, estudiaron Magisterio u otras carreras, como la militar. Posteriormente,  ya a mediados de siglo, otros estudiaron Medicina, Magisterio en Zaragoza o Sacerdocio en el seminario de Alcorisa o en los Escolapios de Zaragoza. Y finalmente otros, que por circunstancias no pudieron estudiar, nutrieron los cuerpos de la Policía y la Guardia Civil. Hoy, los hijos de los que emigraron a la ciudad, harían interminable la lista de buenos profesionales, en el plano de la cultura y la investigación.

Sin relegar a los buenos maestros que tuvimos, algunos ya nombrados anteriormente, sería una negligencia por mi parte dejar en el olvido a los que, sin ser los últimos maestros del pueblo sí que fueron los más emblemáticos de los últimos tiempos de la escuela y que durante tantos años impartieron la enseñanza a muchos de nosotros. Me refiero a Francisco Zarazaga Peinado (Don Paco), para los niños y Pilar Tello Ibáñez (Doña Pilar), durante 36 años, para las niñas. Este nombre lo han dejado grabado en el edificio que queda, como constancia del Colegio Público que fue, en una placa de cerámica de Teruel en la que se lee: CP PILARTELLO, en homenaje a esta maestra.
Si desea ampliar más información sobre ella, pulsar aqui. 

El horno

Era el  edificio ubicado cerca de la Iglesia en donde se cocía el pan, por eso se le llamaba el horno de pan cocerEn nuestra página sobre el tema de los oficios desaparecidos hablamos extensamente sobre el horno y el hornero, pero no del edificio en sí mismo.

Y es que fue un edificio emblemático que no se conservó, por imperativo de las nuevas necesidades del momento. Y como ya no cumplía las funciones para las que fue creado, la necesidad creó la función.

Al llegar la emigración y por lo tanto la despoblación, ya no era rentable su mantenimiento, por lo que en la década de los setenta dejó de funcionar y desde Burbáguena o Villadoz vienen ahora panaderos que abastecen las necesidades del pueblo. Hasta hace poco tiempo, al pasar por la puerta, todavía renacía en la memoria la fragancia del horno, con sus olores a leña quemada y pan tierno. En el momento actual el horno ha dejado de existir y el edificio ha sido reemplazado por una moderna nave, de la que todavía reverbera, si no el olor a pan tierno, sí el eco de la música de rock de las últimas fiestas.



4 - El cuartel de la Guardia Civil







Al fondo, el Viejo Cuartel

4 - El cuartel de la Guardia Civil



El viejo cuartel

Las  zonas rurales de España, que conformaban en el siglo XIX la casi totalidad del país, estaban totalmente desprotegidas de vandalismos y pillajes producidos por el bandolerismo reinante en la época. Esta delincuencia la promovía la pobreza y la miseria en la que vivían sus gentes, independientemente del instinto violento innato en los genes de algunas personas.

Desconozco si los desmanes que ocurrían en estas fechas sería el motivo, pero lo cierto es que en el año 1844 se creó el cuerpo de la Guardia Civil, cuya organización fue confiada al Marqués de Ahumada. Se trataba con ello de dar protección a los pueblos contra los salteadores de caminos, bandoleros y cuatreros y a la vez mantener el orden cívico que no había producido ni las leyes ni la educación de las personas.

Como los cuarteles de este Cuerpo más próximos de Cucalón eran los de Daroca y Calamocha, bastante distantes para la época, cincuenta años más tarde de su creación, la Guardia Civil se instala en nuestro pueblo, por ser el centro de una gran Demarcación de unos catorce pueblos. A pesar de todo, la tarea se presentía muy dura debido a los escasos medios de comunicación existentes. 

Como el Ayuntamiento no tenía ningún edificio adecuado para su instalación, ni medios económicos para construir uno nuevo, se tomó la decisión de alquilar un viejo caserón propiedad de varios vecinos, asentado en la última casa del lado izquierdo del conocido Barrio Verde. Inicialmente los propietarios cobraban un pequeño alquiler, pero con el tiempo acabaron por renunciar a su derecho donándolo al Ayuntamiento. En principio fue preciso realizar un pequeño acondicionamiento, principalmente para los guardias casados, ya que realmente no había en él muchas comodidades. Solamente una vivienda era un poco digna de habitabilidad y la cual se reservaba para el Cabo, que era a la vez el Comandante del Puesto.

Al ser un destino poco atrayente para los guardias, solían ocuparlo los de las nuevas promociones como primera salida para cumplir su servicio rural. La mayor parte eran solteros, por lo que preferían vivir de patrona en alguna casa particular y usar el Cuartel exclusivamente para pernoctar. Y allí vivieron varias promociones de guardias hasta que se construyó el nuevo Cuartel.

El nuevo cuartel

Más de tres cuartos de siglo vivieron los guardias en el viejo caserón de la calle Barrio Verde, pero el edificio ya no reunía las condiciones necesarias de habitabilidad, para los nuevos tiempos.

Hacia finales de los años setenta, en la "Operación Cuarteles", Cucalón tuvo la fortuna de que el Ministerio correspondiente decidiese la construcción de uno nuevo. Su ubicación se fijó en una gran era junto a la carretera y frente a la ermita de Santa Ana. Había solar suficiente para edificar un amplio y hermoso cuartel con todas las comodidades y más acorde con las necesidades para un buen servicio.

Una vez iniciada su construcción, al poco tiempo y por ciertas vicisitudes que ocurrieron, las obras quedaron paralizadas durante cierto tiempo, quedando solamente el esqueleto del edificio. Posteriormente se reiniciaron de nuevo los trabajos hasta su acabado final.

El día de su inauguración a principio de los años ochenta, acudieron las autoridades autonómicas y provinciales, quedando maravillados al ver aquel hermoso cuartel en el cual no se habían escatimado los medios para su construcción. El Alcalde pronunció unas emotivas palabras alusivas al acto quedando todos complacidos con el nuevo edificio: los del pueblo por un lado, por la mejora inaugurada y los guardias por otro, para olvidar las instalaciones del antiguo y viejo caserón.

Pero una nueva incidencia le esperaba a esta edificación, ya que solamente estuvo una década en servicio este flamante cuartel. En la nueva reorganización de la Guardia Civil, el de Cucalón dejó de prestar servicio permanente y los guardias fueron trasladados a Calamocha, desde donde cubren a partir de entonces las necesidades de la comarca.

La convivencia entre los guardias y el pueblo siempre fue bastante cordial, ya que los vecinos trataron de que su estancia les fuera lo más grata posible. Los guardias recíprocamente contribuyeron a que todo marchase bien, ayudando a los habitantes en todas las necesidades e incluso algunos contrajeron matrimonio con jóvenes del lugar. De vez en cuando hablas con alguien que te dice: soy de Cucalón pues mi padre era Guardia Civil y allí nací yo. Anécdota personal: hablando yo un día con un guardia joven, cuyo primer destino había sido Cucalón, me dijo que se llamaba Santaella. Yo le indiqué: ¡qué casualidad!, el capitán de mi escuadrón, en el Regimiento de Regulares de Caballería de Tetuán también se llamaba así. El final es fácil ¿verdad? Pues efectivamente, era su padre.

Actualmente el edificio ha quedado en propiedad del Ayuntamiento, por la compra que se le hizo recientemente al Ministerio de Defensa. Se ha rehabilitado una de las viviendas y ya está habitada en alquiler. Con el tiempo supongo que la idea será restaurar el resto y alquilar o vender la construcción entera por pisos. Los vecinos serán los que decidan su futuro.



jueves, 1 de noviembre de 2012

5 - Las fuentes públicas




Un aspecto de la fuente vieja


5 - Las fuentes públicas

La fuente vieja

Es la que se encuentra nada más bajar la cuesta que desde la iglesia conduce a los huertos del camino del Cañuelo. Esta fuente existente desde tiempo inmemorial, y de la que no se tiene noticia de que se haya secado en alguna ocasión, obtiene el agua de un manantial situado en la pared de la parte superior de la cerrada de la Abadía, atraviesa todo el campo por un conducto soterrado, hasta salir al exterior por dos caños existentes en la pared baja de la misma finca, formando la fuente.

Como era la única que existía con agua abundante para el suministro cotidiano, aunque había pocas casas cercanas para aprovecharse de esta circunstancia, la mayor parte del vecindario tenía que desplazarse inevitablemente para recoger el agua necesaria para todos los usos de la familia: para beber, para usos domésticos y abrevar a las caballerías en el pilón existente para este uso. Y este hecho a algunas personas les suponía bastante esfuerzo, ya que tenían que recorrer un buen trecho para la cogida de agua. Además, la cuesta que la separaba del casco urbano, era una dificultad añadida cuando había que subirla con los cántaros llenos y cuando en invierno se encontraba resbaladiza y peligrosa y propicia a las caídas.

A mediados del siglo XX fue adecentada y reformada, adquiriendo el aspecto con el que la conocemos en la actualidad. Se arregló la pila de salida, colocándole el arco de protección que existe ahora y se construyeron adosados los lavaderos públicos, para evitar a las mujeres los penosos desplazamientos a la acequia del molino, donde realizaban este menester.

La fuente de la Plaza

En la década de los años treinta, cuando se construyó la carretera o camino vecinal, fue preciso canalizar el agua de la balsa cruzando el pueblo y así poder regar unos huertos. El contratista propuso hacer una fuente en la Plaza, para lo cual solamente bastaba una pequeña contribución económica del Ayuntamiento, ya que el resto lo aportaban los dueños de los huertos. Pero finalmente, tal como había sucedido en multitud de ocasiones, no hubo acuerdo y la fuente no se realizó en aquel momento.

Hubieron de pasar más de veinte años para que se volviera a considerar nuevamente el tema de su construcción y el Ayuntamiento decide finalmente que el agua venga de la Balsa. No obstante unos cuantos vecinos no dan su conformidad, pues creen que les va a faltar el agua para regar sus huertos, pero esta vez decide la votación general, que gana por mayoría la decisión propuesta por el municipio. El Ayuntamiento, que tiene la obligación de procurar satisfacer a la mayor parte de los vecinos, en el acta que levanta, pone una clausula  que dice: 
"El agua, en primer lugar, se utilizará para el riego. Y cuando no fuera preciso regar, y por la noche, para la fuente".

Y finalmente se construyó esta fuente a la que se le añadió un pilón para dar de beber también a los animales. Como es natural la alegría fue inmensa al ver salir por los nuevos caños el codiciado líquido y los vecinos más próximos a la Plaza se disputaban el privilegio de ser los primeros en llenar sus botijos. No obstante, algunos descontentos continuaron usando la fuente vieja alegando que el agua  que venían usando desde siempre, era de mejor sabor y más fresca.

Hoy, como todas las casas disponen de agua corriente, ambas fuentes han quedado como testimonio de lo que fueron y puntualmente para proporcionar servicios complementarios a las personas que circulan por su entorno.

La Balsa

La Media Torre, La Sierra y La Balsa, creo que son los lugares más emblemáticos del pueblo. Son las señas de identidad para que todo el contorno nos identifique por estas características tan representativas de nuestro asentamiento, que incluso algunas se divisan desde la lejanía.

No sé denominar con su verdadero nombre, desde el punto de vista geológico, este acuífero, manantial, balsa o lo que sea. Sólo sé que en el centro es un manantial, del que llega el agua a la Fuente Nueva de la Plaza y el resto es una balsa natural para la contención de las aguas, que jamás ha conocido la sequía.

Aparte de manantial, también recibe como complemento el agua sobrante de Las Fuentelices, con lo que siempre está llena y si es necesario desagua a la acequia de salida por el sobradero. De esta forma, habitualmente nunca falta el agua para el uso más normal que es el de riego para todos los huertos existentes a lo largo de la acequia.

Otro uso antiguo que yo recuerdo, era como abrevadero para las caballerías. ¡Qué chico no habrá disfrutado del placer, de penetrar montado en un macho hasta el centro para darle de beber! La sensación era extraordinaria, por la perspectiva que te daba la altura con la que veías  todo tu entorno. A veces la caballería, sin los conocimientos en salubridad que las personas poseemos, también demostraba su placer dejando unos boñigos flotando sobre el agua.

Durante el invierno se helaba la capa superior de agua existente en la zona más alta de la balsa, próxima a la carretera, con un espesor de hielo de varios centímetros, que se iba adelgazando a medida que se cercaba al centro, donde desaparecía y permanecía sin congelarse. Los chicos patinábamos en la zona más próxima a la orilla y que ya sabíamos que aguantaba nuestro peso. Algún descuidado, o más arriesgado, que no cumplía estas normas básicas, terminaba hundido en el agua al romperse la fina capa de hielo por la que circulaba.

Periódicamente se realizaba una limpieza general, lo cual, por inusitado, constituía una fiesta para los niños. Se introducían los carros con una caballería, de uno en uno o a lo sumo dos, por una portera existente a modo de pequeña rampa y los hombres, con los pantalones remangados hasta las rodillas y mediante palas, empezaban a cargarlo de “cenago” y piedras existentes en el fondo y de las berrazas que flotaban en la superficie, hasta dejarla limpia y escoscada para una buena temporada.

Con la repoblación artificial de peces que se hizo en un momento determinado, desapareció una parte del carisma de la balsa. Me refiero a las ranas, que con sus cantos que se oían desde todos los rincones del pueblo, amenizaban las noches de verano con el grato sonido de sus cantos. Aunque también había personas a quienes les molestaban.

Los peces empleados para la repoblación tan sumamente voraces, creo que son una variedad de carpa que han acabado con los huevos y renacuajos hasta el punto de hacer desaparecer totalmente las ranas y las culebras. Y es que la carpa está incluida dentro de las “100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo”. Lo bueno ahora es el entretenimiento que proporcionan a los niños cuando van a echarles comida y ver las peleas que organizan entre ellos mismos, amontonados en grupo entre un gran alboroto, dándose empujones para llegar el primero a la pitanza.

Y otra parte de su carisma se perdió cuando se hizo  la remodelación actual, ya que incluso reconociendo la belleza de la nueva estampa con la que ha quedado, desde el punto de vista ecológico, al quitar los matorrales que existían en la orilla contraria a la carretera, ha desaparecido también la vida animal que habitaba entre las zarzas, matojos y hierbas en general. Incluyo las culebras, distintas variedades de pájaros y pollas de agua, entre otros, que anidaban entre los zarzales.

El Cañuelo

Esta era otra fuente carismática por su ubicación privilegiada, próxima al pueblo, entre huertos y sombreada por olmos, ciruelos y azarollos. Le acompañan olores abundantes producidos por las plantas de los huertos circundantes y como decimos en otro lugar al hablar sobre los senderos, es un microclima donde las primeras violas eclosionaban en primavera en los ribazos próximos.

En principio, cuando yo la conocí, no tenía caño. Solamente existía una boquera en la losa frontal, por la que cabía justamente la cabeza y agachado previamente apoyando las rodillas en sendas losas colocadas al efecto, bebías a morro directamente del remanso del manantial.

Algunas personas de vez en cuando iban a llenar los botijos a esta fuente, a la hora de comer, porque decían que les gustaba el agua por su frescura y sabor.

Debido a la sequía general causada por la falta de lluvia y nieves, incluyendo  cierta inactividad de los huertos y acequias que han dejado de filtrar el agua necesaria al acuífero que la suministraba para su salida al exterior, esta fuente a dejado de manar. A los que conocimos este caño en plena actividad, aunque nunca fue muy abundante, nos produce una sensación de muerte y agotamiento, que a los que ya somos “algo” viejos es de conmoción por agotamiento y final de etapa.

Otras fuentes próximas al pueblo

Las Fuentelices

Aparte de usarse para el riego, es un lugar poco aprovechado para el ocio, a pesar de que colocaron una mesa con bancos a ambos lados a modo de merendero, donde poder depositar las provisiones. Y también se plantaron unos chopos, ya crecidos en la actualidad, que procuran una buena sombra a los visitantes durante el verano.

Recomiendo que para llegar hasta este manantial, se use alguna vez la senda que va por la orilla de los huertos, paralela al camino, ahora que está pavimentada con losetas en casi todo su recorrido, por resultar muy atractiva para el paseo.

El Cañizar

Este es un gran manantial cuya agua fluye al exterior con fuerza, levantando la arenilla en su salida por varios sitios al mismo tiempo, como si fueran pequeñas bocas de cráteres en erupción acuosa.

Seguramente alguien habrá medido su caudal, pero desconozco los litros por segundo que brotan sin parar, las 24 horas de los 365 días del año, sin haberse secado jamás. Supongo que la mantiene activa algún acuífero, o varios de ellos, existentes en las laderas de la Pedriza, procedentes de la Sierra.

Era tanta la cantidad de agua que transportaba el cauce principal, que de ella se alimentaban toda una red de acequias que surgían a su paso a lo largo del recorrido desde su nacimiento. Y con el agua que discurría con fluidez y abundancia por estas acequias secundarias, siempre mantenidas limpias de malezas, se regaban los campos sembrados de patatas, remolacha u otros cultivos que necesitasen riego. Además de a los campos próximos a su nacimiento, abastecía también los de las Pasaderas, el Batán, los de ambos molinos, la Gramosa… hasta los del Prao, para desaguar finalmente la sobrante en la desembocadura en la Huerva.

Y todavía tenía caudal suficiente para llenar tres balsas grandes de agua, dos veces al día, con el que suministrar la fuerza suficiente a los dos molinos harineros que se encontraban ubicados en su recorrido. De esto damos cuenta detallada al hablar del molinero y del pan.
Aún prestaba otro servicio, ahora ya casi olvidado: el suministro de pesca a los hogares, principalmente en el primer tramo de su trayecto. Me refiero principalmente a la abundancia de cangrejos y barbos. Debido a su abundancia, pescarlos a mano era un verdadero festín, metiéndote en el cauce con el agua hasta las rodillas e introduciendo la mano directamente en los cados.

Sin despreciar a los barbos, comer posteriormente aquellos cangrejos autóctonos, raza ahora ya desaparecida, de tan placentero contemplar al verlos en la sartén o en la fuente una vez fritos o guisados, con aquel color rojo intenso y tan sabrosos al paladar, era un homenaje a la gastronomía.

Era costumbre limpiar por concejo este manantial y la acequia cada cierto tiempo, para librarla de malezas, carrizos y otros hierbajos, con el fin de que manase y corriesen sus aguas con mayor autonomía. Para este menester se usaban los carros y las caballerías para lo cual se introducían los hombres con palas, horcas y azadas dentro de la fuente e iban cargando los desperdicios en los carros o en los serones de los animales, para depositarlos en otro lugar de las inmediaciones.

Circulaba una leyenda entre los niños, totalmente infundada, en la que se contaba que “una vez se cayó una carreta con los bueyes “juñidos” a la misma, dentro de la fuente en el lugar donde mana y las arenas se fueron tragando todo el conjunto sin poder hacer nada para salvarlos”, como si de unas arenas movedizas se tratase. ¡Qué miedo!

Aunque ahora parece que mana poca agua, probablemente la causa es la cantidad de maleza que tiene ya que se filtra a su paso por los campos vecinos.

La Alberca

Es más conocida como las balsas del Henar. Este plural hace pensar en que hubo un tiempo en que no hubo sólo una balsa, sino varias y ahora forman una sola, bien sea por la mano del hombre o por alguna otra circunstancia.

Tampoco la hemos conocido seca jamás, ni disminuido su caudal y el abundante chorro de agua que sale permanentemente, en tiempos pasados era empleada para regar los campos que existen debajo de ella, a lo largo del camino del Henar hasta la Huerva. Actualmente quedan unas pocas fincas que todavía la usan para regar algunos hortales con verduras y patatas, alfa o pipirigallo. El resto se pierde filtrado por entre los campos e incluso hay un tramo en que se sale al camino, haciéndolo desaparecer como tal.

La calidad del agua de esta fuente era muy cuestionada a veces como abrevadero, sobre todo para las vacas. Oí decir en una ocasión, que según lo que habían comido estos animales, el beber de esta agua les producía una hinchazón en el vientre, que a veces era irreparable, produciéndoles incluso la muerte.

Puede ser que la calidad del agua quede influida por las capas freáticas por las que discurre y de las que se nutre el manantial. En cierta ocasión me dijo el propietario de un campo ubicado a la izquierda del camino de Carralanzuela, que en algunas ocasiones, probablemente después de alguna tormenta, se oye discurrir el agua por el subsuelo. Esto me hace pensar que probablemente esta corriente puede terminar alimentando a la Alberca.